Siempre me llamó la atención para qué fabrican álbumes de figuritas. Cuando era chica me encantaba coleccionar figuritas pero no me interesaba para nada completar un álbum. Quizás, si estaba muy aburrida, pegaba algunas, pero en realidad las figuritas vivían apelotonadas adentro de los bolsillos de mi guardapolvo. La gracia de la cuestión estaba -para mí- en el momento en que los dedos de mis amigos las ofrecían velozmente ante mis ojos y todo mi cuerpo se ponía alerta para descubrir -también muy rápido- cual me faltaba para que empezaran las negociaciones. O ese otro momento, de una adrenalina inexplicable, al abrir los sobres de figuritas nuevas que algún adulto acababa de regalarme, desgarrarlos y que su interior cayera como un huevo sobre la sartén para empezar a investigarlo y abastecer mi artillería.
Ahora, aunque la payana y las bolitas del recreo hayan quedado atrás, siguen dando vueltas algunas figuritas conocidas, ciertos temas con los que no podemos evitar jugar y nos toman el cuerpo entero, sobre todo si estamos entre amigos. Cómo estalla la cartelera de teatro en Buenos Aires es uno infalible para desatar enérgicas discusiones sobre quiénes hacen y para quiénes se hace teatro, o por qué seguimos yendo y haciendo o, incluso, qué nos pasa cuando nos descubrimos sosteniendo un discurso medio impune -¿medio ingrato?- ante una obra, después de haber visto correr tanta agua bajo el puente. Figuritas conocidas que aparecen bastante obvias, de madrugada, en una sobremesa o en el rincón de una fiesta y, otras veces, más impredecibles, apretadas en el colectivo o medio dormidas antes del desayuno. Sin embargo, aunque nos toquen todo el tiempo, las agarramos con entusiasmo como si fuera la primera vez, las manoseamos y nos las pasamos de unos en otros sólo porque nos divierte y nos da placer.
En Detrás de escena dieciocho dramaturgos, directores y actores juegan este juego. Al ver sus nombres en la tapa, reconocemos a grandes referentes del teatro porteño, artistas o maestros que admiramos, quizás alguna vez charlamos o nos cruzamos con ellos en algún lugar de la ciudad, o quizás nada de todo eso. Pero haciendo a un lado el reconocimiento, bien podrían ser inocentes -inteligentísimos- chicos que se divierten intercambiando figuritas, ideas y preguntas como muchos otros habitantes de nuestra ciudad a la salida del teatro o en un viaje en subte. El prólogo ya anticipa que la selección no pretende ser abarcativa: es un recorte posible dentro de tantos modos de hacer y de la desbordante producción de pensamiento -no sólo de obras- que caracteriza a Buenos Aires.
Detrás de escena efectivamente presenta el panorama que se propusieron las curadoras. Lejos de ser un álbum de figuritas, donde las ideas se anquilosarían y quedarían inamovibles, inútiles, en él se abre un espacio de juego donde la figurita repetida sobre la utilidad de hacer teatro hoy en Buenos Aires no para de desatar reflexiones y nuevas preguntas -de ese lado de la escritura y de este otro-. Alberto Ajaka, Maruja Bustamante, Bernardo Cappa, Ariel Farace, Matías Feldman, Andrea Garrote, Agustina Gatto, Walter Jakob, Agustín Mendilaharzu, Mauricio Kartun, Mariana Obersztern, “Tato” Pavlovsky, el grupo Piel de Lava, Rafael Spregelburd y Rubén Szuchmacher revuelven en el bolsillo del guardapolvo y dejan desatadas puntas sobre la creación, sus procedimientos, el trabajo colectivo, la especificidad del teatro, el actor, su cuerpo vivo y frágil, su voz, “el obrar de las palabras”, la posibilidad de la poesía, la realidad como construcción, como lenguaje, la construcción de lenguajes, de ficciones, el problema del realismo, el del estilo, por tirar algunas sobre la mesa.
Lo más atractivo, tal vez, es ver el despliegue ante nuestra mirada alerta de escrituras tan variadas, de reflexiones profundas que de pronto despegan en un vuelo poético, o que pueden surgir de las observaciones más cotidianas, simples e inesperadas. Ahí la admiración, la satisfacción al leer, el placer -y no en pegar la figurita-: en el gesto de estos autores que se apropian de discursos, creencias y preconceptos repetidos para ponerlos en juego, en tela de juicio, en cuerpos y en escena.
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