«¿Existe una estrecha correspondencia entre la vida del artista y su obra?», se pregunta César Vallejo en una de las crónicas que vendió al diario El Comercio, de Lima, en 1929. Para entonces hacía un lustro que estaba radicado en Europa; ese mismo año haría su segundo viaje a la Unión Soviética y al siguiente lo expulsarían de Francia. Al llegar a París, uno de sus primeros trabajos había sido el de secretario de redacción de los Grandes Periódicos Iberoamericanos. Y es que cruzando el Atlántico, Vallejo se ganó la vida con una serie de colaboraciones en diarios y revistas como Variedades, El Norte o Mundial. Eran tiempos en los que «estilo y dinero estaban íntimamente ligados: poseer una destreza artística aseguraba una mayor paga respecto del mero reporter o redactor», según Carlos Battilana, a cargo de la compilación y el prólogo de Una experiencia del mundo. El libro compila parte la producción periodística del poeta capital peruano. No está de más recordar que Vallejo llegó a Europa con tomos como Los heraldos negros y Trilce ya escritos y publicados, inscribiéndose en esa tradición que Battilana identifica como la de «poetas transformados en periodistas»: una tradición de cronistas refinados. Dividido en tres partes, Una experiencia del mundo está escoltado por dos reproducciones extraíbles de artistas contemporáneos, Claudia Mazzucchelli y Nessy Cohen. El lote de unos cuarenta elementos breves avanza por temas universales como la vida, la muerte, el genio y el rol social del artista, así como actualidades de aquella modernidad bullente, cantera inagotable para su mirada, siempre ardida en el fuego de la lírica.
Fuente: Revista Acción.