Editorial Excursiones

«Bomba de agua». Entrevista de Malena Rey a Félix Bruzzone para Inrockuptibles. Octubre de 2017.

¿Hace cuánto tiempo sos piletero? ¿Cómo llegaste a dedicarte a esto?

Empecé en 2003. No sabía nada del tema. Casi había olvidado qué cosa era una pileta. Por ese entonces estaba sin trabajo. Solo daba algunas clases y vivía de ahorros, a la espera del gran batacazo. Entonces se me acercó mi cuñado, que estaba por abandonar un lote de veinte piletas en Don Torcuato porque había conseguido unas mucho mejores en Nordelta. Salimos un par de veces juntos. Aprendí los rudimentos del oficio y arranqué. La temporada de verano 2003-2004 no fue lo que se dice un éxito. Pero tampoco estuvo mal.

¿Cómo dividís tus tiempos entre tu trabajo como piletero y la escritura? ¿Sentís que de alguna forma se acoplan o complementan las dos ocupaciones?

Existe el complemento típico que suele darse entre un trabajo sedentario y mental y otro físico y automático. Las mejores ideas aparecen de pie frente a una pileta, digamos, o cargando GNC. Luego llevarlas al papel nunca es fácil, pero es así como se empieza. Por otro lado, el complemento, en términos concretos, se dio en dos ocasiones. Una, cuando escribí mi novela Barrefondo . Ahí mi experiencia de limpiar piletas me ahorró todo el trabajo de campo que hubiera tenido que hacer para armar el mundo de Tavo, el protagonista. La otra es en este libro nuevo, Piletas. Pero acá la ficción no está tanto como una construcción textual sino más bien afuera. Las que empezaron siendo crónicas un poco jocosas (y algo resentidas) de golpe empezaron a convertirse en ficción antes de ser escritas. Como si antes de entrar a cada pileta ya tuviera un poco diseñado el relato que iba a construir ahí adentro, la forma en que iba a convertir mi propio momento de estar ahí adentro como ficción. Y la escritura pasó a ser un registro de ese proceso de ficcionalización de la propia experiencia.

Los textos de Piletas se publicaron en Facebook antes de llegar al libro. ¿Qué te producía la interacción directa con los lectores en las redes? ¿Y qué ganaron y qué perdieron en ese paso de la pantalla al papel?

La interacción se fue convirtiendo en una especie de rating minuto a minuto de los posteos. Los lectores se encandilaban con algún personaje, o con alguna situación, y en los siguientes posteos intentaba tirar un poco de esas cuerdas. No era pura complacencia, siempre que tiro de la cuerda tiendo a romperla (es mi torpeza constitutiva, convertida en procedimiento), pero había algo de la recurrencia con esas situaciones que me entusiasmaba y me alentaba a seguir. En el paso de la pantalla al papel se perdió esa inmediatez y el espíritu del armado del libro fue más pensado en función de una lectura de conjunto. Supongo que proponerlo con formato de diario mitiga un poco esa falta de inmediatez, pero bueno, también es cierto que se ajustaron varias cosas para que se pudiera percibir que estamos frente a algo que está medianamente cerrado.

¿Tus clientes y colegas pileteros o jardineros saben que sos escritor? ¿Qué comentarios te hacen al respecto?

Sí, saben, pero sigo siendo bastante misterioso con eso. No hablo mucho del tema. Además, ante todo, para ellos, soy un piletero. Y la realidad es que, salvo algunos, nadie lee ficción. Una vez un cliente me pasó un libro que había escrito un amigo sobre temas de narcotráfico en América Latina. Un bodoque ilegible. Otra vez, otro me pasó un libro de alguien de su grupo de amigos: el testimonio de un montonero y todo el periplo de su exilio en los setenta. Otro bodoque. Otro, después de leer Los topos me regaló un corpiño. También hubo una clienta que le regaló Los topos a su marido para el día del padre. Nunca me comentó nada. Nada de nada. Muchos suelen verme en notas y entrevistas y decirme cosas y preguntarme dónde se consiguen mis libros. Pero casi nadie se acerca a una librería. Tengo dos fans, eso sí, que leen todo y hasta me hacen comentarios y críticas. Uno es astrónomo retirado. Está en el libro ese señor. Es mi cliente de pileta peronista. Mi otro fan tiene una heladería y, en una época, una fábrica de cucuruchos.

Hace tiempo venís explorando el campo de la performance con una obra llamada Campo de Mayo y ahora también preparaste otra sobre las piletas para presentar este libro. ¿Te formaste especialmente en estos temas o es algo más bien intuitivo y experimental?

En realidad no exploro nada, voy y lo hago. Con la escritura pasó lo mismo, solo que como es algo que hago desde hace mucho tiempo, ahora parezco un escritor. Tengo el sí fácil, digamos. Un día Lola Arias me dijo de llevar a escena un proyecto de novela que yo tenía alrededor de Campo de Mayo, y lo hicimos. Mi única formación fue estudiar Letras en la UBA, que es una carrera que todos los seres humanos deberían hacer porque tiene de todo y para todos los gustos. Uno puede aprender todo de la vida en esa carrera. Yo la usé, además, para aprender a escribir. En cuanto al tema performance, me parece que lo tomo como otro medio posible de expresión para lo que hago. Con Piletas pasó lo mismo. Empezaron siendo posteos en Facebook porque también me gustaba experimentar con el formato ese: directo, liviano, inmediato. No soy especialista en redes sociales. Nunca actualizo mi computadora. ¿Para qué te piden actualizar? ¿Uno no es actual siempre?

Tu novela Barrefondo va a convertirse en película. ¿Participaste de alguna manera del proyecto?

El proyecto de la película nació apenas salió la novela, en 2010, y ahora, siete años después, está terminada. Así que en estos días empieza su recorrido público. El director es Jorge Colás y los protagónicos los tienen María Soldi y Nahuel Viale. Leí el guión, que me gustó (y me hizo ver hasta dónde la novela podría haber estado mejor, pero bueno, ya está), y estuve siempre en contacto con Jorge y Carolina Fernández, la productora. Hablamos bastante, intentando descular cómo era cada personaje en la novela y de qué manera podía traducirse eso en imágenes. Todavía no vi la película, pero le tengo mucha fe.

Tenés publicados también varios libros infantiles. ¿Son distintos los procesos creativos a la hora de escribir para chicos que para adultos?

Para mí la diferencia no está tanto en a quiénes van dirigidos los textos sino en el formato en el que se escriben. O sea: me interesó el formato libro álbum, más que sus destinatarios. Eso de escapar de una lógica puramente textual y dejar que las ilustraciones también armen el relato. No es cine, no es cómic, no es literatura: es libro álbum. Y también me interesó esa posibilidad extra que dan este tipo de libros “para chicos”, tan literaria, que es la de hacer pasar gato por liebre. Son libros que tienen tema infantil y peripecias infantiles, pero hablan de las mismas cosas que el resto de mis libros. Está lleno de libros para chicos que en realidad no son tan para chicos. Esos son los mejores. Tienen ese disfraz y los pueden leer los chicos, pero también son otra cosa. Son el adulto volviendo a su infancia y viendo todo eso de forma muy terrible, y hurgando en eso. Un nene cava un pozo en una playa y encuentra un dragón. ¿Qué hace? ¿Huye a los brazos de su madre o monta al dragón y sale volando? Bueno, creo que esos pozos se pueden cavar a cualquier edad y no hace falta que adentro haya dragones para tener que tomar una decisión.

¿Estás embarcado en algún nuevo libro?

Estoy con muchas ganas de cerrar esa novela sobre Campo de Mayo que tengo parada desde que con Lola Arias convertimos el proyecto en performance. También estoy con algunos cuentos, y quizá se arme un libro. Y hay otra idea de novela, para más adelante, que podría venir a cerrar (o continuar) la saga que arrancó con Los topos y, en cierta forma, siguió con Las chanchas.

Fuente: Inrockuptibles.

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Esta entrada fue publicada el 01/12/2017 por en Prensa.
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